El paraiso fue abrazarte,
mirar el sol brillando en tus brazos
tus gafas oscuras y tu cabello castaño.
El paraiso es escucharte,
tus palabras pausadas y precisas
tu mente divagando y tu piel
llamandome a traves de la bocina.
Dios es la saliva que viaja entre tus labios,
que crea y destruye mi existencia
la redime y la dirige.
El diablo son tus besos,
furtivos, escondidos y discretos
como si no debieran estar ahi.
El paraiso se construye
caminando a tu costado,
enlazandome en tus dedos,
el paraiso es medir los besos
que caben en tu cuello
las caricias que soporta tu espalda,
las quemaduras que curan tus caderas.
Mira tu, que extraño,
si llevo el infierno entre mis ojos,
y te miro mirandome
esta pelota azul que alguien dejo plantada
en la nada, solo para acogerte a ti,
se vuelve una cosa sino parecida
casi identica al viejo jardin
donde mordieron una manzana.
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