domingo, 15 de diciembre de 2013

Fuentes

Era el punto com de una pagina ilegible, un coma en el lugar incorrecto, tres puntos suspensivos sin futuro...

Padecía de un trastorno bicolor: negro y renegrido. Así miraba el futuro, pasado y presente. Su vida era como irse a la ducha con traje de neopreno.

Con el olvido se entendía. Era la memoria persistente, la que machaca y ataca y machaca y ataca; la intolerable, la indómita. La puta horma de los zapatos desvencijados.

Por las noches hilaba historias, reproducciones de su mente que venían de ninguna parte e iban a ningún lugar. Una acción, una palabra, un roce discreto en el comedor. Cualquier cosa desencadenaba una cascada de imagenes a veces aterradoras, otras inquietantes, siempre incomprensibles, que terminaban mal. Cualquier idea por vanal que fuese terminaba en una tragedia de proporciones melodramáticas.

Era añejo en el arte de corromperse, su sangre de vinagre le agrietaba las venas con el paso del polvo... Era pues, un mueble viejo de la casa abandonada en el desierto de lo olvidado.

Hasta que un día miro por la ventana.

Se escapo, trepanando el suelo, haciendo mella en un charco grosero que no ablando su vientre. Quiso hacerle un agujero al mundo, herirlo de muerte, profanarlo de cuerpo entero, pero se se abrió la cabeza como una papaya eviscerada. A esa rutina no le hizo mala cara, esa imagen no tuvo tiempo de distorsionarla. La muerte es un futuro que no podemos deformar, y lo entendió y lo acepto, una milésima de segundo antes de ponerse siquiera a cuestionarlo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

De los años que pesan

¿Como dice que dijo, qué han pasado tantos años,? Que los días se volvieron semanas, las semanas meses, ya te sabes el cuento. Los cumpleaños ya no me pesan, ni recuerdo la fecha de la última vez que te vi, podría asegurar que han pasado tres años. Pero no me atrevo a confirmarlo.

El cisne negro se me pinto de colores, mi sonrisa ha deformado en un gesto que casi pareciera sincero y ahora vivo mas de lo que escribo. Lo único que no cambia es mi cigarro, el hueco en la almohada y este extrañarte sin descanso.

¿Recuerdas mi horrible barba? O mejor dicho esa acumulación de pelos en la cara ¿Recuerdas el campus repleto de niños con sueños y tu y yo en medio queriendo encontrar un motivo? Yo para atesorar la vida, de seguir un camino, tú no sé de qué diablos, pero estabas ahí, por mi. Esa fue la ultima vez que te vi, recuerdo cada momento de ese día.

Pero ese no era mi destino, ni aquel el lugar preciso, mi momento se había ido. Lo que en verdad necesitaba era estar contigo, aunque fuera así, como viejos amigos disfrutando de un lunes cualquiera. En ese momento no lo sabía pero quizá presentí que sería la ultima vez que te vería. Así como el primer día que te abracé desnuda en una habitación de hotel, también supe, de alguna manera que jamas serias para mi.

Volví a casa y me limpie la cara, recorte mi cabello y recurrí al único habito efectivo que tengo para repeler la vida: encendí un cigarrillo. Lo que vino después no ha sido tan malo. Me va bien, no me quejo, he cambiado al punto de dormir tranquilo cada noche. No sin los malos recuerdos, los malos habitos, los malos presentimientos. Y esos malditos arrepentimientos que a todos nos llegan.

Ahora no puedo hablarte, no sé como, ni con que pretexto, tal vez seria tan sencillo como decir hola, pero la vida (consecuente como siempre) nunca tiene nada de sencillo. Y alejarse así, de la mujer que uno mas ha sentido en las entrañas, no es un acto tan simple que se pueda regresar y decir "no, perdón me equivoque". Además ¿qué bien nos haría eso? Como dijo Serrat somos lo que somos, lo que no hay, es remedio.

No te mentiré con buenos deseos, ni recurriré a la falsedad de la cortesía. Si algo no ha cambiado es mi honestidad conmigo mismo. Solo espero, en verdad espero, que de vez en cuando te acuerdes de mi con una pizca de cariño.

Por lo pronto adiós, debo irme, mi autobús ha llegado. (Sí, ahora no pasan vagones, pasan camiones).

Feliz cumpleaños pa' ti y pa' mi.