domingo, 20 de mayo de 2012

falling feels like flying

Gravedad es el verbo que te conjuga, desde tus pies hinchados hasta tu cabello plañidera. Creces cuando caes y has aprendido a escalar rescoldos en el aire. El aire que te estorba cuando enjuagas las palabras que te brotan de los ojos. El abismo y tú conocen un secreto: al fondo del fondo de las cosas no hay mas suerte que el silencio roto de las manos que se aferran.

Me empeñe tanto en encontrar vacío entre yo y los demás, que al final termine creando uno a mi imagen y semejanza... Entre yo y la caída solo media una palabra. A dónde se fue Eva y la serpiente cuando Adán envejeció de amargura.  A dónde el estúpido reloj que se detenía a media noche y solo se animaba agitando mis látidos. A dónde el desprecio. La caída libre solo es otra forma de afrontar la vida.

En el fondo de los sueños, ese vacío interminable, esa caída perpetua, ese cerrar los ojos para encontrar la misma mierda. Unas veces esotérica, pero siempre reminiscencia  de la esencia de las cosas, la caída siempre resulta una vuelta más a la misma idea. En el sentido mismo de los sueños, esa tristeza ambigua enterrada en profundidades inalcanzables durante el día, encuentro un aroma y una mirada, dos palabras y cada vez la misma puerta. A dónde voy cuando me entierro, al agujero que te nombra.

Es el alma una fantasía, un soñador ambulante de suicidios, un empeño a no rendirse sin saber contra que se lucha. Es el alma un vendedor fantasma de falsas esperanzas que se reencuentra cada ocaso a un pie de la caída, pero siempre le falta la cobardía requerida. Es el alma un despropósito, un retumbar de tambores funestos, un heraldo de días negros, un presagio de la certeza. Un grano purulento, una llaga abierta, un danzarín de redes imposibles tendidas en abismos infinitos. En eco susurrado repitiendo siempre un lamento.