lunes, 27 de junio de 2011

Súplica

Entiéndeme, me digo, con voz profunda y pausada
la cosa no es así, nada parece lo que es, todo fue premeditadamente equivocado
pero no atiendo razones, me cierro y ya no escucho
mi voz profunda no llega hondo y tantas pausas me causan sueño
trato de explicarme, de detenerme, de invocar las huestes de la claridad
más todo es en vano, enfurecido me alejo de mi y planeo no volver

martes, 14 de junio de 2011

Luz, oscuridad y gatos pardos

Abro la ventana y escupo una mirada, la ciudad parece negra y serena, hoy esta más oscuro que de costumbre. Será que la luna se escondió detrás de las faldas de madre tierra, avergonzada por tragarse un conejo.

No idiota, me dice la voz en mi cabeza, es la luz de tu recamara que empaña las dulces sombras. Un asunto sucio de la luz y sus misterios.

Curiosas trampas que mueve la luz, será por eso que el mundo cambia de forma y de estado según la visión y el tipo de nuestras miradas, qué se yo, de física no entiendo y de metafísica no lo intento. Soy como los gatos, me muevo entre rincones buscando las sombras porque así me hizo el diablo.

Hoy que fue domingo dormí todo el día, hay mucha gente en las calles, gente tan normal que me resulta molesta. Quizá hasta me aterra un poco. Yo debí nacer gusano, para reptar subterráneo ad eternum.

Pero ya no tengo nada bueno que hacer con mis desvelos, ahora que no escribo siento que he traicionado al tipo que pasaba las noches dirigiendo e infiriendo palabras, ahora que estoy tan solo ya solo sueño con los libros que no escribo, ahora que no me siento triste no encuentro formas de entenderme con la alegría. Incompatibilidad dice la almohada.

Abriré la ventana, por si una vecina se asoma y por casualidad olvida ponerse el camisón. Que para mirar un par de tetas traslucidas, no hay oscuridad que se resista.

domingo, 12 de junio de 2011

La desgracia

Entendamos las cosas en su justa medida y mi poesía en su injusta asimetría. Así escribo cuando no me entiendo, algo chueco, que quieres que te diga si nací torcido.

Desde que ya no sueño, me va mejor con las pesadillas. Ando relegando deberes al ocio y entre la soledad y yo declaramos un empate; yo me quedo con mi nombre, ella se queda con mi apodo: apolillado. Creo que hice un buen trato, mi madre me bautizo demente.

Estoy envejeciendo, lo reconozco y no me altera. Peor seria rejuvenecer y encontrarme en la pubertad de nuevo con estas neuronas alteradas y estas mañas adoptadas, y estas neurosis perpetradas y estas franquicias de sed perpetuadas.

Lo que me mata señor juez, no es la tentación ignorada, ni la ignominia de los funcionarios, ni la pobreza de mi tierra, ni la riqueza de mi hambre, ni la fortuna vendida a los afortunados, ni la maldad envilecida y engrandecida, ni la naturaleza compungida, ni la decadencia evidenciada, ni la indiferencia tatuada, ni que los gringos nos ganen en penales, ni siquiera el que no aprendo a escribir después de tantos años.

No me apura el ser o no ser, si puedo ser un cerdo. Primero escupo, luego existes. Yo solo se que no he cenado... y etcétera.

Lo que me mata es ver mi cholla abandonada, de a poquito a poco por estos cabellos cobardes, desertores y engreídos que no aguantan el paso del maldito rocanrol de la vida, estas enruqueciendo me dice el tipejo del espejo y si le parto la cara mis manos ya no aguantan más maltratos. Mi estomago ya no resiste tanta cerveza, mi corazón no quiere otro naufragio e incluso, mire usted donde estiba la jodida desgracia de sansón, soy capaz de rechazar un polvo gratis.