lunes, 30 de noviembre de 2009

I think i see a dead woman

El corazón me pide un reposo
de tanta mierda que le saturo a mis coronarias
al sístole guardo un recuerdo
al diástole tengo el mismo miedo
en la herida abierta que gotea un puñal
(mis venas no gotean sangre, gotean navajas)
tengo dos nombres que quiero olvidar:
el mío y el de aquella que me quiso desangrar.
Tres sueños que me quiero cumplir
un grito que prefiero callar
y un aullido que te quiero susurrar.

Voy a cambiar de esfera, voy a silbar una canción
que me invente cuando iba pateando latas,
voy a escribirte poemas para que no los entiendas
voy a imaginarme como es el roce de tus manos
en mi cuello, si es que tienes el vicio de estrangular,

y te voy a guardar un lugar deshabitado
para conocer el punto exacto donde nunca estarás.

Después de todo ello, de cabeza caerás
por las estrellas rotas para estrellarme un beso
como dos imperfectos desconocidos que al fin se alcanzan,
gracias al milagro maldito del azar

quizá entonces, sine qua non el tiempo empeore,
pueda empezar a mal vivir otra vez.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Soy alergico a mi piel muerta

Un estremecimiento me arrojo de la cama demasiado temprano. Hubiera jurado que era lunes, parecía lunes excepto por la gris tranquilidad en la calle el mundo parecía un lunes postapocaliptico. Al fin pasó y un gran rayo cósmico se ha cargado a la puta gente. Pero era domingo, domingo por todas partes. Incluso aquí que a veces me da por detener el tiempo. De no ser porque al saltar fuera de las sabanas me ataco el bicho ruin de mis alergias ya me hubiera largado a trabajar.

Estornudo mío, ojos rojos de cada día, nariz rota congestionada que vienes a quererme. Salgo a la calle a trompicones, empiezo a sospechar que mi casa tiene demasiado polvo, o demasiados bichos o demasiado “yo” y a eso soy alérgico. La conciencia de que no era lunes me llego igual que despertar, como si el engranaje más somnoliento de mi cabeza finalmente se hubiera ajustado. Y ya con todas mis neuronas puestas, aunque un poco sacudidas por los estornudos. Me pregunto, sólo me pregunto, si toda la gente despierta igual; Dando un salto vertiginoso desde el fin del mundo. Sintiendo hilos invisibles que me atrapan desde un lugar lejano parecido a la muerte. Como deben sentir los que tele transportan en star trek. Y no es que en mis sueños este en un lugar demasiado confortable. Es que, damas y caballeros, siento que formo parte de la garganta congestionada de algún dios extraño y este de pronto me escupe a la cama y ahí cobro vida. Quizá el problema sea que me levanto cuando todavía ni siquiera puedo ver bien, totalmente confuso empiezo a dar pasos de borracho. Estornudo, salud-gracias, sigo.

Ahora pienso, que tal vez escribir me salve, no me lleva a lugares extraordinarios porque no paso más allá de mis recuerdos, pero me salva. No es la felicidad tal vez. Y también sospecho que una cámara polaroid no desaparece a la gente, simplemente la vuelve plana y bidimensional. Como aquel cuento de Stephen King donde un niño sueña con Polaroidville. Ahí se va la gente que retrato aquel niño. Y llego a la cuenta de cuantas personas he podido enviar a villa horrenda en mis relatos, cambiándoles el nombre y la identidad. Pero mejor aun, a cuantas podría desaparecer de este plano astral si mi polaroid aun funcionara. Agrrrchu. Salud dice una vecina. Gracias mamita linda le contesto con mi mente. Mi boca dice otra cosa.

En la calle me doy cuenta que no me he peinado, y que detesto caminar con chanclas. Por suerte ayer me corte el pelo así que mi cabeza no parece un casco alienígena de romanos. Pero el jardín no esta deshabitado como acostumbra los domingos. La vecina esta ahí jugando con su bebé y esa señora siempre me pone nervioso con sus miradas inquisitivas. No sé si me quiere arrancar la ropa o llamar a la perrera. Regreso a casa y comienzo a escribir. Pero mi alergia no cede, me largo de aquí. Vuelvo mañana a ver si ya mi cama esta libre del polvo o yo estoy libre de mi. Bye, ciao, fuera. Estornudo y sigo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Poseído

Esto paso siendo un niño.

Al entrar en la habitación de mamá, un oráculo de arcanos indescifrables que siempre olía a yerbabuena, lo primero que vi fue aquel bulto oscuro en la repisa más alta del armario. Use de escalera las puertas para tomarla y al sentirla en mis manos fue como el beso de una bruja. Hipnotismo dije mas tarde, y años después sigo pensando que ese maldito artefacto me hipnotizo. Le sentí vibrar entre mis dedos y supe que su cañón profundo buscaba una presa para besar. Yo le entregue varias ofrendas.

Fui a donde estaba papá mirando aquel partido de futbol y me lleve ese objeto del diablo a la altura de mis ojos, afinando la puntería con la precisión milimétrica de un asesino en ciernes. Entonces le apunte, sin malicia y sin saber que iba a suceder le apunte. Papá me lanzo una mirada sorprendida y así quedo perpetuada al tiempo cuando dispare. Dispare dos veces para estar seguro. Luego fui al patio trasero donde mamá tendía las ropas húmedas al sol, me miro por encima del hombro y se percato de lo que tenia entre las manos pero creo que lo que la asusto de veras fue mi sonrisa retorcida, entonces dijo “no” pero no pudo detenerme, le dispare tres veces por puro amor. Corrí lejos de ahí con la sed de más en mi cuerpo, con la ansiedad de volver a oprimir mis pequeños dedos para permitirle al diablo colarse por la luz, esa luz cegadora como un fuego blanco. Encontré a mi hermano mayor tumbado en su cama pensando en las cosas que deben pensar los adolescentes, que por ese tiempo yo presentía que eran filosofías profundas sobre la estratagema nocturna y sin darle tiempo a responder descargue en él lo ultimo que quedaba dentro del cartucho.

Estaba vacío ahora, su cañón parecía un dragón muerto con los ojos abiertos. Y mis manos temblaban de pura euforia.

Con la sed de aquel artefacto del diablo saciada me encerré en el baño para repasar las pruebas de mis crimines recientes. Con un poco más de calma pude tener plena conciencia de los terribles e irreparables errores. De las atrocidades que aquel ente maligno me empujo a hacer. Papá había perdido la cabeza, de mamá solo se distinguían manchas de colores mezclados y una mano abierta. Mi hermano fue el que se llevo la peor y más humillante parte, quedo tendido en su cama cual largo era con una mirada estúpida como de quien descubre que ha ido a parar a los rieles de un tren desbocado.

Eran todas fotos horribles. Descargue la polaroid con pésimas tomas de cuerpos descuadrados y miradas sorprendidas en ángulos imposibles y con claras señas de una luz intrusa apuntando hacia la lente sólo para empañar mis obras de arte. Y lo supe bien a pesar de que era mi primera vez.

-Cuando tenga mas cartuchos lo haré mejor, pensé.

Tu fotografía esta al borde del delirio

A veces miro tu fotografía
la de usted señora
pequeña luz en horas inciertas

y recuerdo que una vez, tal vez
logre tocarte, y esa vez sin duda,
tú me tocaste
y tengo preso el instante preciso
del sabor de la sorpresa
y el amor, tirano intenso,
que me embargo // incluso //
al descubrir que aquello
no podía durar demasiado

y te vi llorar, tejer alfombras voladoras
con los deshilachados sueños rotos
y te vi reír, sumergirte en un claro de luz
en medio de la oscuridad y nacer desnuda

no se si eres feliz, se te ve muy bien
¿pensaras en mi? se me ve borroso
pero siento un pellizco en el corazón al verte
y saber que fuiste tú el más preciado recuerdo
de lo que no viví.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Como dice la canción

-Doctor, creo que estoy gravemente enfermo. Estoy herido pero no he sangrado. Y aunque “tengo mi pecho de acero” yo sentí la punta entrando por un lugar mas parecido a la yugular.

-¿Insomnio, malestar estomacal, dolor de cabeza, manchas rojas en la piel, pus donde no debería haber pus?

-¿Y donde carajos sí debería haber pus?

-En las heridas, por supuesto, es lógico a todas luces que un sangrado mal tratado derive en la consecuente infección. Usted no tiene pus. ¿Por qué no tiene pus?

-Porque ni siquiera tuve sangrado. Me atravesaron un cuchillo. Metafóricamente hablando. Y me queje, me queje como un escolapio que ha perdido su hora de recreo por estar pintando el pizarrón con palabrotas. Pero luego fui y dormí como un bebe. Como no había dormido en meses, le aseguro.

-Ah, podría ser adrenalina. No me haga caso pero he oído de casos sobre gente que pierde alguna extremidad del cuerpo y aquello no tira ni una gota de sangre. Por la adrenalina según entiendo. El torrente sanguíneo se retira, da un paso atrás. Como el mar antes de destruir una zona costera. Pierda cuidado, el maremoto le alcanzara.

-Definitivamente mi sangre no es de sal y yo no soy una puta zona costera. Si acaso una isla encallada en el fin del mundo. No es eso. Lo peor son las alucinaciones.

-Explique.

-Llevo días, meses, imaginando una mujer. Una mujer que no conozco. No se llama Dalila, como la de Pig. Pero si que la puedo evocar “degollando la lengua”.

-Ah vaya, eso lo explica todo. Usted tiene las arterias vacías y en sus coronarias hay polvo de sueños. Sólo falta que alguien venga y le rellene como si fuera una estúpida copa rota.

-Puede ser, doc, puede ser. O podría ser que tengo las arterias llenas de etcéteras, como dice la canción.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Diablo Guardian

Yo no sé si usted llegó a mi vida con la misión expresa de rescatarme de una guillotina inminente, pero es cierto que su llegada me salvó de escoger entre la muerte y la locura.

La locura: una cárcel distante cuyas puertas son tanto más nítidas cuanto menos uno se resigna a vivir en el horror. La locura no brota como una súbita infección en el cerebro. La locura es aquella enfermedad que sólo amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las entrañas, de modo que pelear con ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierden la inocencia y el amor.

El amor es un bien que no he perdido. Cuando entre las condiciones que se le ponen al amor no se halla la correspondencia de quien se ama, y en realidad tampoco puede hallarse ninguna otra porque se ha decidido amar incondicionalmente, el amor, que por su propia vehemencia vive más allá de posesiones tan irrelevantes como el bienestar y la cordura, sólo puede perderse con la vida. No he muerto, luego amo.

Amo a una mujer a la que no conozco, y tal vez a ello se deba que no pueda cesar de contemplarla cada vez que la ausencia del mundo me brinda el anestésico de la soledad. Sé que esa mujer existe, podría dibujar la fachada de su casa donde vive y pienso, porque así aún lo quiero, que ocupo algún lugar en su memoria; pero a mí la memoria no me ha servido sino para frenar mis pasos, atar mis ojos al interior de los párpados y proyectar en ellos la película más obsesiva del mundo: Dalila.

Dalila es un nombre que no tiene cuerpo. Dalila es la palabra que a diario me visita pero jamás se queda a dormir. Dalila son seis letras formadas por cuchillos. Dalila es el principio de la música y el fin de la plegaria. Dalila es ese nombre que un día escribí en los muros de la casa de Dios; desde entonces acaricio su textura, tal como otros recorren con manos, boca y ojos a sus mujeres. Dalila se pronuncia degollando la lengua, y luego acariciándola. Es el nombre que tuve que inventar para ocultar al otro: el innombrable, aquél que sepulté para ya no decirlo ni pensarlo ni escribirlo. Y si hoy abandono mi juramento y escribo ese nombre en el sobre donde habrán de viajar moribundas de miedo estas palabras, lo hago con el solo propósito de que lleguen hasta usted, aunque con la secreta esperanza de que jamás lo logren. Quiero pedirle perdón por mi atrevimiento, por mi cobardía y por cada una de las debilidades que con seguridad me hacen indigno de habitar sus recuerdos. Pero antes de narrarle una historia que es más suya que mía, debo también pedir perdón por ella, por Dalila.

Dalila es usted.




Xavier Velasco

martes, 24 de noviembre de 2009

Amiga mía, mon cherie

Amiga mía, me estoy buscando la poesía en el bolsillo
yo pensaba que hacerla era tan simple como sudar
-tres vueltas a la cuadra y tendrá usted un soneto-

y para evocarla bastaba con tronar los dedos
o quitarme la chistera
que cerrando los parpados y tapiando las ventanas
un tipo cualquiera era capaz de atrapar mariposas con la lengua
yo pensaba que esto era rutina,
que la ceniza en sus remolinos tenía belleza,
yo pensaba que esta sucia habitación
era, sin dudarlo, el rincón más triste del mundo
cuando con una bocanada de oxigeno ennegrecido
imploraba a todos los demonios del sub-suelo que se llevaran tu recuerdo.

Hoy puedo jurar que aquí no hay poesía
que la gotera es una gotera
que el polvo es tan sólo una imploración a la escoba nuestra de cada día
que tu nombre es un fantasma circunvecino de la soledad
que cuando grito alguna vecina derrama la sopa
que la almohada no es un acantilado y mis sueños no son olas que se estrellan
que los huesos crujen por los años, y el colchón reclama su eterno descanso
que las paredes no están temblando de miedo
y el fondo del vaso no es un profeta,
los doce insectos en torno a mi no son los apóstoles del silencio
que “Lázaro levántate y anda” no funciona con el teléfono cortado
que el dolor del amor no es dolor de verdad, es egoísmo constipado
que los dedos no tienen hambre de palabras tienen sed de clítoris
que la lengua no es viperina, es vitamina estimulante con los insultos adecuados.
Pero sobre todo, que extrañarte no es literatura
que las horas son solo agujas que pasan retorcidas por el ojo del camello
que no hay un soleado poblado deshabitado por el que
tu voz no pase zigzagueando entre la oreja y el ombligo.

No, esto no es poesía, oh santos poetas de la mierda
he aquí un rincón que no es ni parecido al rincón más triste del planeta
Deus Ex Machina, hágase tu voluntad, he aquí la receta del día:
Sesos al vapor de un poetino (mezcla de poeta y cretino) con salsa verde.

Si, a veces me da por inventarme palabras,
sobre todo cuando no ya no me invento estúpidas elegías.

domingo, 22 de noviembre de 2009

La fe-li-ci-dad

La felicidad, esa pequeña farsante, no está en un frasco lleno de barbitúricos. Ni en una cascada de tequila inundando el valle de mi garganta seca. No está, incluso, en el repiqueteo de un cigarro al encenderse. La felicidad no esta en unas bragas surcando el aire que buscan un lugar en primera fila para presenciar aquel acto, que por si mismo, tampoco es un sinónimo de la felicidad. No está en los abrazos ni el beso de “buenos días, que dios te cuide”. Las palabras, incluso las previamente deseadas, aquellas que enumeran el conjunto de silabas precisas para rezurcir el corazón, esas que taladran la débil membrana de tu pensamiento y las otras que parodian una caricia en la parte mas febril y sensible del alma tampoco son, aunque parezcan, ni siquiera un lejano esbozo de la felicidad. ¿El éxito?, no señor, la recompensa al esfuerzo de las horas de lejano sudor y cansancio no lo son. El éxito es éxito, y por si mismo constituye un sentimiento propio tan vital que la vida misma es un cumulo de pequeñas batallas, y menús que solo ofrecen mierda, para conseguirlo. Ven y enumérame tu lista de promesas y deseos para construir tu felicidad personalizada. No diré que estas equivocado, porque soy un chico educado. Pero lo estas. La felicidad no es nada de eso que estás pensando. No para mí, ni para ti lo será todo lo que yo te pueda detallar. No sé donde esta, ni como es, ni a que precio se vende. Se que el vicio aunque calme la ansiedad y el amor aunque calme el sexo y el sexo aunque confunda al amor, no es la felicidad.

La felicidad, esa diminuta obcecación de la realidad, está en los tres segundos de cada mañana que al despertar no recuerdo donde estoy y ni siquiera pienso en ello. Está en el cigarro subsecuente a cada texto que escribo, por mucha mierda que escriba siempre le dedico un tabaco, a modo de funeral quizá. Está en el vaso de agua fresca que tomo mientras pienso en lo que estoy escribiendo, mientras termino esos cuentos bizarros y sin final que me ha dado por hacer. La verdadera felicidad. Está en el teclado, en el teclado vapuleado por mis dedos vomitando letras sin saber cuando detenerse enceguecidos por esa repentina y autentica alegría. Aquí está mientras golpeteo las teclas y pienso en cada una de las palabras cargadas de mala leche y poca fe que he tatuado en las páginas blancas. Y estuvo ahí y ahí se quedo. Por esta noche, paro tanta puta felicidad. Me tiro a dormir. He descubierto un magno secreto. No esta mal para terminar una semana de mierda.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Consejo número seis

Fui a ver al gurú de la poesía para instruirme en el sano arte de reconstruir la realidad. El me lanzo a la cara su consejo numero seis: “elimina los remordimientos personales”. Y allá voy, o lo que es igual, no sé que carajos hago:



-Me gusta calcinar ciudades con la mirada
Prender nubarrones bicolores de humo y llamas
Sin distinguir ciudades grises, ruidosas o elegantes
Callada o muerta, viva en sus venas de gente
Atrapada // psicodélica // postraumática //
Yo le prendo fuego con mis ojos incandescentes.

Me gusta viajar por países solariegos
Y hacer un altar de cenizas al dios del trueno
Que fluya sangre roja machacante por sus calles

Ahora que estoy en casa, y los recuerdos me llenan la cabeza
de telarañas incendiarias, ando mirando en los rincones
para encender la chispa que desate la fiesta
todo es luces y humo, cantos de sirena (pero no de las falsas)
y ulular de pieles consumadas
arde cielo, arde patria, me gusta calcinar los mundos
Para hacer amigos con los escombros.-



El gurú esta contento, la cerilla en mis manos es prueba irrefutable de literatura interactiva. Encendí el baúl de todos mis recuerdos. Los mejores, los más vivos. Alguien vino y les lleno de telarañas, les puso nombres ajenos y un par de lagrimas. Los mismos lugares a los que recurría cuando hacia frio, ahora están manchados con venas explosivas de sangre y una culpabilidad incendiaria. Ver el buen pasado contaminado me destruyo la razón e impunemente asesine los frescos restos de un ayer no resuelto. Ahora solo quedan fantasmas que se arrastran buscando el trozo que perdieron.


Al menos el poema es impersonal. Esto es arte, isn’t it? El gurú mueve negativamente su cabeza, dice no “ni arte ni poesía. Yo le llamaría: empezar a destapar las cañerías.“

jueves, 19 de noviembre de 2009

Apreciable Cisne Negro:

Te debo la tristeza de las horas en vela.
Te debo las noches con sus últimos versos.
Te debo -hay que asumirlo- una buena rima.

Te debo la muerte. Te empeño la vida
Te regalo mis sueños. Te entrego esa ilusión.
Te escribo un poema para hervir la heroína.

Préndele fuego al mundo por la esquina sureste
y que estas palabras sean de ignición.

Te debo los años perdidos
los ojos tristes y la boca pastosa
los lugares donde no encajo.
El humo del cigarro cuasi mil cancerígeno amante,
la espuma de la cerveza, -quizá sea de rabia-
los holocaustos, cada minuto absorbido,
y las malas compañías que siempre han sido mías.

Te debo mi guarida funeraria
y las piernas prisioneras de todas ellas.

Te debo lo que soy, el cinismo y la sonrisa,
el sarcasmo y la victoria, te dejo todas las derrotas.
Te debo la mirada del perdón y un guiño de despedida,
más estos duendes verdes que me nadan en las retinas.

Te debo la libertad, posesión empeñada,
la obligación no aprendida, la responsabilidad delegada
la decisión oportuna y el ritmo de mi arritmia.

Te debo mi sumisión.

Te debo la mujer que amo, la que me asesina
la que me olvida, y peor aun
te debo a las que no me olvidan.
Te dejo en prenda los sentimientos
con sus gotas de sangre y sudor, de sal y besos.

Te dejo mi apuesta abierta
mi herida secreta, la nostalgia disidente
un cerebro intrínsecamente seco
y los avisos de desahucio que tengo en el corazón.

Te dejo los segundos en el reloj de arena
Me llevo los meses en mi cronómetro corrompido.

Señor don cisne, te debo el perdón.





“Ya se quien soy: un ILEGAL, un CLANDESTINO, una MALA MARIONETA, una BESTIA en peligro de extinción, un POETA lleno de proyectos y letras, con un buen poema atorado entre los labios y el cigarro que aun no he fumado, el AMANTE ocasional que todas desean desechar, soy un NOMBRE, con una edad, un certificado; soy un MUERTO que camina más por rebeldía que por razón.”

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Naturalmente fatal

Wake up, sweetie
esto no es literatura
es el insomnio // es un incendio // es una guerra
soldados diptongos machacándote los ojos
apuntando con sus filosas muelas
la blanda carne del silencio
es la voracidad disléxica de mis manos.

Pay attention, honey
cuando digo amor digo felatio
dos insectos solitarios en el aire frio de la madrugada
también descubren que no pueden vivir sin el otro
si en los faroles caben dos…

El corazón no gobierna, la carne pone las reglas
a menudo dos que se quieren
son dos que no tuvieron más remedio.

Stay tune, darling
el humo se esta elevando, no mires el fuego
descubre las cenizas
ahí se bañan los dioses y nace la poesía.

¿Qué cómo estoy sin ti?
Naturalmente fatal.
Pongamos énfasis en lo natural.