viernes, 27 de noviembre de 2009

Poseído

Esto paso siendo un niño.

Al entrar en la habitación de mamá, un oráculo de arcanos indescifrables que siempre olía a yerbabuena, lo primero que vi fue aquel bulto oscuro en la repisa más alta del armario. Use de escalera las puertas para tomarla y al sentirla en mis manos fue como el beso de una bruja. Hipnotismo dije mas tarde, y años después sigo pensando que ese maldito artefacto me hipnotizo. Le sentí vibrar entre mis dedos y supe que su cañón profundo buscaba una presa para besar. Yo le entregue varias ofrendas.

Fui a donde estaba papá mirando aquel partido de futbol y me lleve ese objeto del diablo a la altura de mis ojos, afinando la puntería con la precisión milimétrica de un asesino en ciernes. Entonces le apunte, sin malicia y sin saber que iba a suceder le apunte. Papá me lanzo una mirada sorprendida y así quedo perpetuada al tiempo cuando dispare. Dispare dos veces para estar seguro. Luego fui al patio trasero donde mamá tendía las ropas húmedas al sol, me miro por encima del hombro y se percato de lo que tenia entre las manos pero creo que lo que la asusto de veras fue mi sonrisa retorcida, entonces dijo “no” pero no pudo detenerme, le dispare tres veces por puro amor. Corrí lejos de ahí con la sed de más en mi cuerpo, con la ansiedad de volver a oprimir mis pequeños dedos para permitirle al diablo colarse por la luz, esa luz cegadora como un fuego blanco. Encontré a mi hermano mayor tumbado en su cama pensando en las cosas que deben pensar los adolescentes, que por ese tiempo yo presentía que eran filosofías profundas sobre la estratagema nocturna y sin darle tiempo a responder descargue en él lo ultimo que quedaba dentro del cartucho.

Estaba vacío ahora, su cañón parecía un dragón muerto con los ojos abiertos. Y mis manos temblaban de pura euforia.

Con la sed de aquel artefacto del diablo saciada me encerré en el baño para repasar las pruebas de mis crimines recientes. Con un poco más de calma pude tener plena conciencia de los terribles e irreparables errores. De las atrocidades que aquel ente maligno me empujo a hacer. Papá había perdido la cabeza, de mamá solo se distinguían manchas de colores mezclados y una mano abierta. Mi hermano fue el que se llevo la peor y más humillante parte, quedo tendido en su cama cual largo era con una mirada estúpida como de quien descubre que ha ido a parar a los rieles de un tren desbocado.

Eran todas fotos horribles. Descargue la polaroid con pésimas tomas de cuerpos descuadrados y miradas sorprendidas en ángulos imposibles y con claras señas de una luz intrusa apuntando hacia la lente sólo para empañar mis obras de arte. Y lo supe bien a pesar de que era mi primera vez.

-Cuando tenga mas cartuchos lo haré mejor, pensé.

3 comentarios:

Oceanida dijo...

OMG!

Terrible escena, cada vez mas cotidiana.

Abrazos muy fuertes!

Arya dijo...

mmm... me pregunto porque las ganas del relato, a quien se quiere desaparecer en verdad...

peace.

Morbo dijo...

O tapizar. Como el que planta sus cadaveres en el atico y luego levanta un muro... en este caso seria tapiz palido de sopa de letras ;) saludotes Arya...

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Oce, no es tan terrible, salvo las fotos que logras con una polaroid lo demas es desde el punto que lo veas... pero coincido, lo cotidiano cada vez se parece mas a lo macabro... abrazotes