domingo, 22 de noviembre de 2009

La fe-li-ci-dad

La felicidad, esa pequeña farsante, no está en un frasco lleno de barbitúricos. Ni en una cascada de tequila inundando el valle de mi garganta seca. No está, incluso, en el repiqueteo de un cigarro al encenderse. La felicidad no esta en unas bragas surcando el aire que buscan un lugar en primera fila para presenciar aquel acto, que por si mismo, tampoco es un sinónimo de la felicidad. No está en los abrazos ni el beso de “buenos días, que dios te cuide”. Las palabras, incluso las previamente deseadas, aquellas que enumeran el conjunto de silabas precisas para rezurcir el corazón, esas que taladran la débil membrana de tu pensamiento y las otras que parodian una caricia en la parte mas febril y sensible del alma tampoco son, aunque parezcan, ni siquiera un lejano esbozo de la felicidad. ¿El éxito?, no señor, la recompensa al esfuerzo de las horas de lejano sudor y cansancio no lo son. El éxito es éxito, y por si mismo constituye un sentimiento propio tan vital que la vida misma es un cumulo de pequeñas batallas, y menús que solo ofrecen mierda, para conseguirlo. Ven y enumérame tu lista de promesas y deseos para construir tu felicidad personalizada. No diré que estas equivocado, porque soy un chico educado. Pero lo estas. La felicidad no es nada de eso que estás pensando. No para mí, ni para ti lo será todo lo que yo te pueda detallar. No sé donde esta, ni como es, ni a que precio se vende. Se que el vicio aunque calme la ansiedad y el amor aunque calme el sexo y el sexo aunque confunda al amor, no es la felicidad.

La felicidad, esa diminuta obcecación de la realidad, está en los tres segundos de cada mañana que al despertar no recuerdo donde estoy y ni siquiera pienso en ello. Está en el cigarro subsecuente a cada texto que escribo, por mucha mierda que escriba siempre le dedico un tabaco, a modo de funeral quizá. Está en el vaso de agua fresca que tomo mientras pienso en lo que estoy escribiendo, mientras termino esos cuentos bizarros y sin final que me ha dado por hacer. La verdadera felicidad. Está en el teclado, en el teclado vapuleado por mis dedos vomitando letras sin saber cuando detenerse enceguecidos por esa repentina y autentica alegría. Aquí está mientras golpeteo las teclas y pienso en cada una de las palabras cargadas de mala leche y poca fe que he tatuado en las páginas blancas. Y estuvo ahí y ahí se quedo. Por esta noche, paro tanta puta felicidad. Me tiro a dormir. He descubierto un magno secreto. No esta mal para terminar una semana de mierda.

5 comentarios:

Oceanida dijo...

Se te nota feliz!

Un beso.

Morbo dijo...

feliz como una lombriz de vacaciones por la superficie...

beso

Arya dijo...

Ser momento, basarme en lo que siento... Eso de la felicidad me suena tan a cuento... tan a tierra lejana...

Un teclado llamado felicidad... no olvides llevarlo en tus vacaciones ; )

Salomon dijo...

un tanto fetichista tu felicidad, ¿sera por que es mas facil ser feliz con un objeto que con los seres humanos?

Morbo dijo...

Siempre he creido Arya, que la felicidad es una posesion sobrevalorada. Es breve y no soluciona nada. Ser momento como dices, por ahi esta siempre. Y eso si lo creo, siempre. Por cierto que mi teclado se rompio, sera eso que llaman ironia?

un abrazo


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Salomon, rey o esclavo? o al mas puro estilo de javier solis?

que te dire, no le veo malas curvas al teclado. Pero definitivamente me niego que en las otras personas haya algo que uno busque.