lunes, 31 de marzo de 2014

Monologo

... a la luz del ultimo cigarro:

Onanismo, dícese de mi respuesta visceral al ostracismo al que mando la ultima idiota mis erecciones.

A veces creo que me invento palabras; pero no, ahí están, wikipedia es mi testigo.

¿Tienes miedo? Preguntó, no, dije yo confiado. Pero me pongo nervioso por las noches cuando estoy solo, me altera cualquier ruido y salto entre sueños cada dos o tres horas. Supongo que algo anda mal en mi.

¿Y que hay de mis demonios, de mis dudas, de mis putos miedos? Esta vez tuve que cerrarle la puerta en la cara. "Y no me importa si mañana sí me necesitas, esta vez seré yo el que diga no" Porque se me hincha mi reputa gana decidir algo por una vez en mi sucia vida. Y en su cara de sorpresa juro que vi la cara de todas ellas.

A desesperarse no hay quien me gane, hice la prueba para estar seguro.

Y qué si esta vez eres tu quien dobla las manos y pides la audición. ¿De qué me vas a perdonar ahora, de perder las esperanzas?

Ahora me corto el cabello cada tres semanas, me peino diferente y duermo poco por elección. Estoy envejeciendo y soy mas sincero, lo cual es igual a ser mas imbécil. Es el problema de ser tan listo, darling.

sábado, 29 de marzo de 2014

Sutil

A veces entre tu boca,
quizá midiendo el espacio
de tu pecho y tu barbilla,
se deja caer entre tus piernas
como un mal de amores
o un bien desahuciado
aplica una herida a la navaja
un chasquido a la sorpresa
una gota de sudor,
paracaidista permanente,
en la homilía de tus orgasmos.
Luego amanece, se disfraza
del mismo idiota que apenas
y reconoce tu nombre
cuando la luz te transfigura.
No eres tú, es él, es que
simplemente busca a otra.

miércoles, 26 de marzo de 2014

atemporal

La poesía,
tenga usted seguro,
yo no la encuentro
lo que tengo son mañanas claras
y café humeante
un panecillo y cereal
luego el hambre
lo que tengo son rutinas
que esquivan por minutos
las guillotinas
como construir un puente
entre las arterias
y la artritis
lo que tengo
son episodios psicóticos
de risa pueblerina
de llanto urbano
olvido, tengo mucho olvido
a veces consigo que el mediodía
no me escueza el corazón
ni me cosquilleen las cosquillas
a veces por las noches
 no consigo matar a nadie
otras sin embargo,
ni de extrañarte me acuerdo
tomo la palabra, como si fuera una pluma,
que me sirve de instrumento
para no enterrarte, o definitivamente
para reírme del hambre
lo que tengo, son noches rijosas
entre la serenidad y las erecciones
entre querer abrazarte dormida
o no mirarte para siempre
aunque en cada ocaso
sin falta y siempre inoportuno
pienso
como se sentiria tu mano debajo de mi mano.

lunes, 17 de marzo de 2014

Con navaja o cortaúñas

¿Te has visto dando tumbos en la cama sin un mal sueño que ponerte? Hilvanando sueños y recuerdos en el telar de tu vida, conjugando la vergüenza con la risa, los labios cálidos de una mujer con el dedo inquisidor de los patrones. ¿Cómo disfrazar la noche de pretextos para no acordarse de la tristeza matutina? Es tratar de conectar los pensamientos que vuelan como estrellitas fugaces chocando con las paredes haciendo sangrar memorias de los cuadros. 

Estoy aquí y estoy muy quieto, respirando despacio con las manos cruzadas sobre el pecho, mirando de reojo por si acecha algún demonio, cuidando que por la boca no entre ningún insecto, detestando el gerundio e imponiendo un corrector de estilo a mis pensamientos. 

¿Acaso se escribe así? Me pregunto cuando me hablo de fantasmas. Luego recuerdo que no estoy escribiendo, solo estoy pensando. Poniéndole tildes a los sueños, si son fugaces al menos irán bien escritos. La ortografía es mas siniestra que la vida. Pone mas trampas y es tan delicada que arruina oraciones mucho mas rápido que el tequila mi conciencia. 

Al menos hay correctores ortográficos, aunque no distinguen entre improperios gramaticales y faltas de respeto al pudor de los adverbios. ¿Cómo corregir la vida? Si se va escribiendo con prisa en servilletas sucias de comedores caníbales.  

Me hace falta un borrador o una navaja.

La idea del suicido me precede desde la infancia. Como un fantasma, como un amigo imaginario que no madura. Algunos sueñan con ganar la lotería, otros con colgarse de un puente. Qué quieres que diga. Siempre me ha parecido divertido imaginar este enorme hueco que dejaría y si acaso el aire podría notarlo. Un último gas tóxico como herencia y recuerdo a los herejes de la apatía. Un puñal en la espalda para despistar a la policía, diría Sabines.  Un portazo en las narices del futuro, ese asesino. 

Pero también me anima la idea del silencio, oscuridad y sobre todo la nada. No aspiro a tenerlo todo, sino a perderlo todo. Guardar los sueños, pensamientos, la conciencia, el animo y la ambición en un gran baúl perdido que nunca se abra nuevamente. Y me esfuerzo por convertir mi vida en una completa abstracción, que se aleje todo, que nadie haga ruido, que no recuerde y se repriman todos los caminos de mi cerebro que siempre tuerce por senderos pantanosos. Vivir del olvido ajeno. Reprimiendo esos impulsos metalúrgicos de la carne y del espíritu.  Es demasiado soberbio, lo se, es aspirar a un día despertar y descubrir que eres Dios. O cucaracha, según leas a  Kafka o al señor Nietzsche.

Esta falta de motivos es lo peor, esta carga de ambigüedad que lo acompaña todo es lo peor, este desanimo, este desinterés, que ya nada me sorprenda, ni me repugne, ni me envilezca, ni me moleste siquiera, ni me motive, ni me ilusione, ni me esperance... es lo peor.

Sin odio, sin amor, sin ganas de tener ganas. Pienso en la muerte y me pregunto si "muriendo" es gerundio o pretérito imperfecto.