lunes, 17 de marzo de 2014

Con navaja o cortaúñas

¿Te has visto dando tumbos en la cama sin un mal sueño que ponerte? Hilvanando sueños y recuerdos en el telar de tu vida, conjugando la vergüenza con la risa, los labios cálidos de una mujer con el dedo inquisidor de los patrones. ¿Cómo disfrazar la noche de pretextos para no acordarse de la tristeza matutina? Es tratar de conectar los pensamientos que vuelan como estrellitas fugaces chocando con las paredes haciendo sangrar memorias de los cuadros. 

Estoy aquí y estoy muy quieto, respirando despacio con las manos cruzadas sobre el pecho, mirando de reojo por si acecha algún demonio, cuidando que por la boca no entre ningún insecto, detestando el gerundio e imponiendo un corrector de estilo a mis pensamientos. 

¿Acaso se escribe así? Me pregunto cuando me hablo de fantasmas. Luego recuerdo que no estoy escribiendo, solo estoy pensando. Poniéndole tildes a los sueños, si son fugaces al menos irán bien escritos. La ortografía es mas siniestra que la vida. Pone mas trampas y es tan delicada que arruina oraciones mucho mas rápido que el tequila mi conciencia. 

Al menos hay correctores ortográficos, aunque no distinguen entre improperios gramaticales y faltas de respeto al pudor de los adverbios. ¿Cómo corregir la vida? Si se va escribiendo con prisa en servilletas sucias de comedores caníbales.  

Me hace falta un borrador o una navaja.

La idea del suicido me precede desde la infancia. Como un fantasma, como un amigo imaginario que no madura. Algunos sueñan con ganar la lotería, otros con colgarse de un puente. Qué quieres que diga. Siempre me ha parecido divertido imaginar este enorme hueco que dejaría y si acaso el aire podría notarlo. Un último gas tóxico como herencia y recuerdo a los herejes de la apatía. Un puñal en la espalda para despistar a la policía, diría Sabines.  Un portazo en las narices del futuro, ese asesino. 

Pero también me anima la idea del silencio, oscuridad y sobre todo la nada. No aspiro a tenerlo todo, sino a perderlo todo. Guardar los sueños, pensamientos, la conciencia, el animo y la ambición en un gran baúl perdido que nunca se abra nuevamente. Y me esfuerzo por convertir mi vida en una completa abstracción, que se aleje todo, que nadie haga ruido, que no recuerde y se repriman todos los caminos de mi cerebro que siempre tuerce por senderos pantanosos. Vivir del olvido ajeno. Reprimiendo esos impulsos metalúrgicos de la carne y del espíritu.  Es demasiado soberbio, lo se, es aspirar a un día despertar y descubrir que eres Dios. O cucaracha, según leas a  Kafka o al señor Nietzsche.

Esta falta de motivos es lo peor, esta carga de ambigüedad que lo acompaña todo es lo peor, este desanimo, este desinterés, que ya nada me sorprenda, ni me repugne, ni me envilezca, ni me moleste siquiera, ni me motive, ni me ilusione, ni me esperance... es lo peor.

Sin odio, sin amor, sin ganas de tener ganas. Pienso en la muerte y me pregunto si "muriendo" es gerundio o pretérito imperfecto.     


2 comentarios:

Seis Ordenes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Seis Ordenes dijo...
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