sábado, 24 de septiembre de 2011

guitarras inútiles

Tengo una guitarra, y no soy músico
que te importan mis pertenencias inútiles
también tengo condones y no me follo a nadie,
un día tuve un corazón y bombeaba cenizas.

Pero la guitarra se acomoda en la cómoda de mi alcoba
aprisionada por kilos, tal vez exagero, de polvo y silencio.

El único sonido que produce es el eco mi tos nocturna,
que no suena tan desafinada,

una guitarra tísica y muda
me recuerda las letras apelmazadas en mi cabeza
que no producen sonidos, ni articulan ideas
ni gimen en gritos, ni imploran perdón, ni piden castigo
ni exigen silencio ni claman victoria, ni vitorean la derrota,
ni siquiera pretenden salir,
tan solo flotan en los almacenes de mi mente.

En fin, que tengo muchas cosas apelmazadas
estorbando y ensuciándose, sin función alguna,
como el amor, como los recuerdos, como los sueños,
como las ganas

tal vez exagero,

pero necesito una mucama que venga a tirar
las cosas inútiles y las cosas pasadas,
perdona si un día te encuentras en el basurero o en la cañería
las mucamas no saben de respeto por los amores muertos
repito, tal vez exagero.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Con-secuencia

Necesito terminar ese texto, ya me masturbe la cabeza leyendo artículos sobre asesinos seriales y biografías de poetas. Es hora de trabajar, me digo y me lo creo,mi buen animo tengo a veces. Pero antes necesito un café. No un pinchazo como Vicious, qué lejos estoy ahora de Sid, como en aquellos años quede lejos del Principito y los dibujos de elefantes, y cuando el mundo era un planeta pequeño qué lejos estaba de los brazos de papá o mamá, pero eso estaba bien. Alejarse de Vicious, es un asunto mas serio. Esperad, el café esta listo.

Quizá debería referirme a los pinchazos, ya que Vicious como músico era un pésimo comediante. Así las cosas. Quizá tampoco debería referirme a mis padres como papá y mamá, uno ya no esta en edad de diminutivos pero es imposible esquivar la comparación. De niño querías parecerte a ellos y hacer las cosas como según se veía desde abajo las hacían los de arriba. Cuando creces lo que te espanta es que te parezcas tanto, tal vez en fondo mas que en forma. Pero el parecido de lo que hacemos en la vejez, o madurez como le llaman los cobardes, es realmente terrorífica, como también lo es que siga habiendo gente "arriba" que hace las cosas de maneras que tu ni lo sueñas porque no puedes o no te dejan. Será la consecuencia de no haberse muerto en la cuna, o en un columpio o al cruzar una calle sin mirar a los lados. En fin, todo se paga.

La consecuencia de estar sentado aquí, escribiendo esto, me alcanzara dentro de tantos días; que ni siquiera recordaré haber estado sentado aquí, escribiendo esto. No es extraño que ante eventos tan fortuitos como lo son cada minuto de la existencia uno tienda a pensar en dioses huraños escribiendo los tristes guiones de nuestra vida.

El café sabe bien, el cigarro a cigarro, la noche a guijarros cayendo por millones. ¿De que iba yo a escribir? De las consecuencias supongo, que mis pulmones, hígados y corazones (porque tengo al menos uno en cada dedo) suscriban su opinión en la cama de un hospital.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

tu invento incompleto

Tuve mujeres precisas, mujeres austeras, mujeres ajenas, mujeres sociales, mujeres tristeza, mujeres fodongas, mujeres a medias y algunas casi deshechas. Mujeres tan libres que perdieron sus guerras. Algunas que solo invente al verlas pasar, dándoles atributos que solo la fiebre concede, alguna que solo probé por el gusto de perderla enseguida. Algunas me tuvieron pero ahora lo callan, la vergüenza dura más que el amor eterno, pero no demasiado. En fin, todo es pasado.

Las grandes pasiones en la historia de mis días bien pudieron ser sesiones urgentes con mi mano izquierda y no habría tenido diferencia, tampoco para ellas. Y aun así, algunas noches, remendé los pedazos de mi alma desierta, de mis labios resecos, de mi bragueta postguerra, de miradas opacas, despedidas insoportablemente urgentes.

A ti, que nunca te tuve, que tu presencia realista destrozaba mi lista de sueños pendientes, que tu tristeza perpetua, inmensa, desbordante y contenida en tu sonrisa discreta solo era equiparable con tu capacidad inhumana para amar, a ti, que no te cuento sino en mis dulces pesadillas, en mi historia de trágicas comedias, a ti te recuerdo, me atacas siempre por un flanco desierto y me absorbes, y siento la urgencia de tocarte de pronto, de encontrarte las venas y pincharte un secreto, de mirarte de nuevo y por vez primera. A ti, que solo te encuentro en esa dedicatoria ilegible del libro de sonetos que me regalaste o entre las líneas de tu poesía inexpugnable, en los renglones torcidos de mis recuerdos etéreos. A ti, precisamente a ti, creo que ya no puedo encontrarte.
Si no te tuve a ti no tuve nada, si no respire tu aire jamás he vivido. ¿Cuándo me convertí en algo que te inventaste y por qué no vienes y terminas tu historia?