viernes, 23 de septiembre de 2011

Con-secuencia

Necesito terminar ese texto, ya me masturbe la cabeza leyendo artículos sobre asesinos seriales y biografías de poetas. Es hora de trabajar, me digo y me lo creo,mi buen animo tengo a veces. Pero antes necesito un café. No un pinchazo como Vicious, qué lejos estoy ahora de Sid, como en aquellos años quede lejos del Principito y los dibujos de elefantes, y cuando el mundo era un planeta pequeño qué lejos estaba de los brazos de papá o mamá, pero eso estaba bien. Alejarse de Vicious, es un asunto mas serio. Esperad, el café esta listo.

Quizá debería referirme a los pinchazos, ya que Vicious como músico era un pésimo comediante. Así las cosas. Quizá tampoco debería referirme a mis padres como papá y mamá, uno ya no esta en edad de diminutivos pero es imposible esquivar la comparación. De niño querías parecerte a ellos y hacer las cosas como según se veía desde abajo las hacían los de arriba. Cuando creces lo que te espanta es que te parezcas tanto, tal vez en fondo mas que en forma. Pero el parecido de lo que hacemos en la vejez, o madurez como le llaman los cobardes, es realmente terrorífica, como también lo es que siga habiendo gente "arriba" que hace las cosas de maneras que tu ni lo sueñas porque no puedes o no te dejan. Será la consecuencia de no haberse muerto en la cuna, o en un columpio o al cruzar una calle sin mirar a los lados. En fin, todo se paga.

La consecuencia de estar sentado aquí, escribiendo esto, me alcanzara dentro de tantos días; que ni siquiera recordaré haber estado sentado aquí, escribiendo esto. No es extraño que ante eventos tan fortuitos como lo son cada minuto de la existencia uno tienda a pensar en dioses huraños escribiendo los tristes guiones de nuestra vida.

El café sabe bien, el cigarro a cigarro, la noche a guijarros cayendo por millones. ¿De que iba yo a escribir? De las consecuencias supongo, que mis pulmones, hígados y corazones (porque tengo al menos uno en cada dedo) suscriban su opinión en la cama de un hospital.

2 comentarios:

Seis Ordenes dijo...

Vivir sin fumar sin duda es privarse de una buena parte de la existencia, en todo caso, de un placer sublime.

Sergio D. dijo...

si no es por el placer, a que carajos vinimos? tiene su precio, claro, pero tampoco es que sea tan caro

va un salu' por los placeres enfermizos