domingo, 26 de septiembre de 2010

26

Tus ojos fijos en la fotografía

sugieren que ya no estas mirando

aunque tu mirada cobre fuerza

acaso los muertos se vuelven lapidarios

porque son sordos

y no atienden llamados, salvo

cuando la memoria es la que grita

dime que quieres que diga

así están las cosas y así rueda el mundo

así gira la ruleta, que no es de Rusia

y en esta trampa el que gana

nunca esconde sus mangas

no me estoy quejando, no,

entablo conversaciones con tu silencio

y una plática amena siempre debe ser juiciosa

con lo que sea que uno pretenda usar de parapeto

para no mentir, para no abordar los temas escabrosos

para no creerse que el olvido es necesario

para que sé yo, que ya no me entiendo

mejor cuéntame vos como va todo, ahora que no tienes voz

acá de lo lindo, hemos entablado un tratado comercial

con el infierno, e intercambiamos heraldos;

nosotros les enviamos unos cuantos cuerpos

y ellos regresan el consabido fuego

con todo y demonios, salimos ganando, he de aceptarlo.

Las cosas van mejor que nunca

acaso porque siempre tiraron hacia lo peor

y en eso uno progresa

aprende a hacerlo todo mejor, incluso lo que es perverso

El tiempo circula, ¿recuerdan los muertos

como el tiempo pasa cual ladrón de orquídeas?

el caso es que pasa, inexorable

como burócrata obsesionado

y la vida sigue siendo lo mejor de lo peor que nos ha pasado

la alegría esta en sincope

y unos desalmados insistentes y abyectos curanderos

pretenden hacerla volver, pero nadie les escucha

cuando uno quiere, puede ser sordo también

y fijar la mirada en abismos infinitos

que nunca, nunca devuelven la mirada

agachan la cabeza y pasan de largo

como fantasmas avergonzados

pero que te voy a contar, de todo eso ya sabias

todos los que posan en el calendario de la muerte

han probado de esto y más

quizá por eso los ángeles sonríen

porque no saben una mierda de la vida

ni del miedo, ni de la puta suerte

que cada día cobra más caro

en fin, que todo marcha sobre ruedas

en una carretera destruida con curvas asesinas

pero marcha, como debe ser, como ha sido siempre

y yo me atengo a lo necesario, lo permitido

al sitio seguro de las necesidades básicas abastecidas

para no perderme, ni perder el paso de las cosas

que siempre avanzan veloces

y en el solitario ocaso

cuando encuentro tu mirada obsesiva en las fotografías

me recuerdo que un día estuviste, pero que ahora

el que esta es uno mismo, o uno solo

y que hay que estar, para incordiar al menos

o tal vez, para el día en que solo seamos fotografías

tener una mirada lo bastante curtida

para seguir hablando por siempre, como vos, sin voz

como todos los que se han ido.

Que en mi caso, la lista cada año va engrosando

aunque supongo que es normal

en la parábola de estar vivo

cuando has llegado tan lejos, ya solo queda caer

y cuando ganas años, pierdes tantas cosas…

tantas cosas.

Pero no me quejo, no viejo, no me quejo

solo te cuento lo innecesariamente trivial

para no pasar nunca a lo profundo

algunas veces, la periferia es lo mas prudente.

En fin, lieber vater

Ciao, bye, sayonara, te veré cuando te vea.

viernes, 24 de septiembre de 2010

En un valle repleto de reflejos

No te voy a engañar, aunque igual no te puedo contar la verdad. Mi escasa educación formal no esta fortalecida por ninguna sabiduría de la vida. He pasado por la calle sin aprender nada de la gente ni de las cosas que a veces pasan por la calle. Tampoco te puedo contar que sea ateo aunque no me sorprendería que Dios fuese un solipsista.

Sólo estoy aquí contigo y no tenemos remedio. Esperando un relámpago que nos lleve de viaje. Mirando la ciudad dormida desde la habitación 38 del cuarto piso de un hotel que no es, ni remotamente, parecido a mí casa. Estoy hartado de cambiar canales en la tv y de tratar de expurgarle ángeles al cielo negro. En esta ciudad no vivo, aunque tampoco lo hago en mi casa, ni en los sueños que le excomulgo a mis ojos, ni en los insultos que le robe a tus manos.

Uno se acostumbra a vivir siempre al pie de la puerta falsa, en la ventana secreta, aguardando una presa escurridiza. Acechando el camino. Como willy el coyote, esquizofrénico diagnosticado. O eres tú el correcaminos. ¿Acaso crees que el coyote existe?

Aunque me pese, nunca estoy solo. Por lo menos están las voces. Nadie nunca esta solo, ni los muertos que para eso tenemos los gusanitos. Esos simpáticos vecinos del subsuelo.

No, no se puede ser un solitario en esta habitación repleta de fantasmas, duendes, vampiros, mosquitos, payasos asesinos, cucarachas y hombres lobo mas esas otras cosas que no se como nombrar. No se puede ser un loco solitario del carajo pesimista y misántropo con leves tendencias nihilistas, en la habitación mas poblada de un mundo sobrepoblado. Dime tú como le haremos para recuperar la intimidad. Y si me apresuras me cuentas también un plan para escapar de aquí, que las salidas están copadas por cuervos parlanchines y los funambulistas suicidas han tomado la azotea. No te confíes, jamas te sientas segura, el que seas imaginaria no te salvara.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Sueños de un vaso alcoholizado

Obtuve de la luna un presagio:

la marea alta será de chocolate amargo.

Estiro mi báculo mágico (el dedo medio disidente)

y una pandilla de libélulas se detiene en tus pestañas,

luego vengo a romper una línea; de aquí para allá

aspiramos un sueño, de allá para acá te regalo un pulmón

el derecho, porque el otro esta empeñado,

y un mosco suicida se lleva por delante las plegarias,

con la sangre fría y su cordura.


Septiembre sostiene una promesa:

no hay lobos en el páramo, a todos se los llevo la rabia.

Tampoco hay luces en el camino de la trampa,

ni vela mágica ni lámpara de aceite ni una voz melódica

guiandonos a través de la oscuridad.


Solo queda tu grito que se pierde en un orgasmo subrogado

y un suspiro, que se va por la nariz de los fantasmas,

esos que no tienen duda en venir a plantar voces

en los armarios de mi estabilidad engañosa

solo queda, tenlo por seguro, la soledad catatónica del otoño.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Un cuento que termino mal

De vez en cuando escribo en la almohada, historias incoherentes todas ellas. Y el critico en mi cabeza viene a zarandearme con una mueca cansina de aburrimiento. No, no, no, dice y luego me despierta una bofetada. Cuando no sucede así, me embriaga un ligero temor al apagar las luces, que desestimo por inútil. Soy el critico mas lapidario de mis fantasmas. A veces vago por el callejón de la duda, durante largo tiempo sin rumbo fijo, adentrandome metro a metro en un vagón de complejas redes laberínticas. Al final veo la luz, o la imagino, ya estando tan cerca de la idiotez por qué no tocarla por completo. Y extraño la lluvia, el tiempo seco no me pone en ánimos esclarecedores. Me salgo por la tangente, a veces sin pasaporte. Soy un legionario no invitado en las huestes de la huida. Pero también de escapar me canso, entonces doy vueltas a la misma idea sin lograrla esclarecer. Así que la mayor parte del tiempo no se que pienso, ni lo entiendo, ni lo intento. Ya lo vez, termino escribiendo historias en la almohada. Esto, era un cuento de amor con fantasmas y vampiros, situado en el viejo oeste. Pero me salio lo que ves, ¿qué carajo quieres que haga? Un artista como yo, jamas cuestiona a sus musas. Están dopadas ya lo se, pero me han salido fieles. Y baratas, a veces se quedan contentas con encontrar saliva entre mis sabanas. En fin, que hay que terminar la historia, dicen (las musas y los duendes que las regentean). Total, que para no hacer el cuento largo: el mañana es un burócrata del destino, que siempre te traspapela para el día siguiente todas tus peticiones. "Pase a la siguiente ventanilla", dice. Y la siguiente es lo mismo. Así que el vampiro se canso de buscar a su enamorada, y se lió con un fantasma tal borrachera que termino contagiado de licantropía. FIN.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Filosofía sonámbulista

Como andamos tan enfermos de nosotros hemos querido dar un descanso a la falsa modestia y la diplomacia. Esto de las matanzas es una filosofía mal entendida. Estamos exfoliando nuestras diferencias. No se malentienda. Hay que desprenderse para llegar al nirvana, sacudirse lo superfluo y reivindicar el camino de la abstención. La sangre del vecino corriendo por los pastos, intoxicando las alcantarillas. Es budismo zen. Que incomprendidos estamos.

La verdad se encuentra cerca, en las narices del tiempo, estamos a una bala de metralla de alcanzarla.

Mientras tanto, habría que tomar un descanso en esta meditación axiomática del espíritu, volver al origen del tedio. De la inoperante paz, de la nada que conserva la sangre en las venas y el dolor en lo abstracto. Tomar, propiamente dicho, unas vacaciones de nosotros mismos y los demás tan enfermos todos de estudiarnos con el amor que el forense le profesa a su cadáver con el escalpelo.

Un viaje en canoa por el Aqueronte, por ejemplo. Una expedición multitudinaria al Hades, think about it, ciento seis de millones de personas tomando por asalto los trenes subterráneos del inframundo, colapsando el sistema hotelero de Xibalbá. Si eso no repunta la economía del infierno, no se que lo hará. El diablo es mal administrador.

Para que desgastar energías queriendo tomar el control de un sitio asediado por el caos, es como querer derrotar dragones de viento o molinos imaginarios con una espada que no escurra tinta. Mejor sería reposar tranquilamente en una playa de ultratumba, haciendo castillos medievales con la arena del tiempo. Y que todo se vaya a la mierda, para luego organizar una expedición al Disney World escatológico. Que todo es una moda, y a uno le gusta seguir tendencias.

Estamos vencidos y enterrados, lo que no hacemos es aceptarlo. Por eso tanto caos. Intolerancia, intolerancia al anonimato, a la simpleza. Lo que nos mata son las ambiciones. El nirvana incluso es una ambición, mírese como se mire. El único desprendimiento, no es la muerte no señor hortera, es la desatención. Si el mundo prestara menos cuidado, si observáramos menos y roncáramos más. Que pacifico seria todo.

Andar, como un amistoso sonámbulo, al filo del abismo. Que igual ya estamos cayendo.


*Sonambulista, licencia -patética- del autor.