martes, 16 de diciembre de 2008

azul palido tirando a gris

Hay algo extraño en mis paredes que no logro descifrar. Pueden ser un cubo de agua que me contiene; Pueden ser un cubo de basura que me guarda; Pueden ser un torbellino que paso sin ser visto. Pueden ser solo mis ojos y alguna etapa extraña de la depresion, quiza sin haberlo notado, mis paredes son rosas. Mis ventanas ruidosas tamizan lucecitas amarillentas pero yo no dejo entrar el aire, no lo dejo. Mi cama lejana guarda muy pocas cosas salvo saliva y algo de semen, ningún cabello de mujer.

Si en algo soy estricto es en la higiene de mis almohadas.

-Aquí no pasa nunca nada- dijo Marisa, y ella tampoco paso mas allá del limite de mis paredes.
-Aquí se murió un gato- dijo Leo y luego maullo dolorido.
-Esto parece un muladar- dijo Dios y luego me ayudo a ordenar.

Anoche vino alguien que recojió mi ropa tirada, levanto los papeles, paso la escoba y un trapeador, abrió las ventanas y la luz se abrió paso como un misil, el viento se coló indiscreto y me entumió los dedos de la mano.

Hoy mi habitación esta mejor, gracias. Mis paredes azules siguen siendo un misterio sin resolver, comienzo a sospechar que lo que desecho y dejo pasar; que lo prohibido y lo permitido, tras mis cinco paredes -porque son cinco- son un compendio inequívoco de frustración. Comienzo a sospechar que a mis paredes le falta algo, quizá alguien, pero tal vez solo sea otro color.

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