miércoles, 3 de diciembre de 2008

sinner

Amanezco acuñado a tu cintura, al terrón de azúcar en tu cadera donde eres mía. Deambulo por el mundo buscando tu cintura, aunque se esconde cuando deambulo, y la confundo con cualquier vulgar cintura. Cuando me declaro culpable en los juicios de desahucio que me entablan tus senos, cuando me detengo a besar tus lunares -que no existen pero me los invento-. Cuando tienes la manía de volverte aire. Y también cuando logro beber de ese pequeño espacio donde yo soy etéreo.

Resumiendo, dice mi doctor que ya no alucine con tu cintura... Dice que la vida pasa demasiado aprisa por debajo del ombligo y se puede quedar uno atascado en quimeras de piel... Dice que la mejor cura para el desahucio es habitar los recuerdos solo para ser desechados... Dice que "hay catarsis que solo alimentan la demencia".

El doctor no sabe que solo soy un vulgar soñador, y tu eres mi sueño. O en su defecto, yo soy el loco, y tu la camisa de fuerza.

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