miércoles, 9 de diciembre de 2009

Esperanza

Cada semana me inscribo a tres o cuatro grupos suicidas.

Luego de la complicada búsqueda
entre neuróticos, alcohólicos y trasvestistas
eventualmente encuentro una zona de confort

Y todo suele ir bien,
hasta la punta filosa desafiante en la muñeca
del beso frio en la sien
la sofocación de una cuerda en mi garganta
o al pie del abismo donde vuelan
mariposas negras

Pero luego algo ocurre
siempre ocurre

Un grito, un crujido en la azotea
un maullido, el ring ring del teléfono
el clac clac en mi cabeza
un imprevisto
un accidente, una tiranía

Así que me resigno y salgo
para no dejar los pendientes me digo
y lo que me digo me lo tomo muy a pecho

al volver suelen estar todos muertos.

Pero no pierdo la fe.
Esta semana ya me inscribí a dos.
Por si hay suerte.

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