martes, 1 de diciembre de 2009

Adivina

Quieres un poema, anda y cómpraselo a Rimbaud
yo te ofrezco una cereza, avinagrada y un pelín pasada
con su amargura visceral estreñida y desatada
la flecha de la punta del cuerno del diablo
que se cuece al sabor del destierro
entre compañías tanto por ciento solitarias
equivalentes a la demencia ordinaria de la razón.

Adivina qué tengo en la mano izquierda
si puedes aguantar lo que llevo en la derecha
entre las garras llevo el corazón ardiendo
pero nunca digo el nombre de la bestia
al otro lado un botón que descubre mi perversidad.

Ven y acércame tu compañía, yo la tomare
como es debido, por un insulto descuidado
te guardare un rasguño, una letra de cambio
una infamia y mi absoluta e inquebrantable
falta de compromiso.
Le voy a guardar un beso de adiós a nuestro futuro.

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