jueves, 10 de marzo de 2005

Habra que morir

Mientras tanto, en este rato que durara lo que dura un rato... habra que vivir, mañana estara el sol, y si no sale soplamos al cielo para espantar las nubes; estara la luna, y si la empaña un reflejo misterioso sacamos el espejo para que refleje mis ojos; estara el cielo, y si el smog de mi cigarro lo viste de gris, le ponemos un ventilador al Popocatepetl para que fume aire y eche las cenizas y el humo hacia Belice.

Estara el amor, y si cuesta demasiado, nos vamos a la esquina que nunca faltara una mina con cara de vaca que nos haga una felatio cobrando 100 pesos menos. Estara el odio, y si nos prohiben matar, inventamos otra forma de jodernos la vida unos a otros. Estara el miedo, si alguien asesina al monstruo del closet le llamamos a E.T. para que se cargue a este pinche mundo con su pistola de lasser. Estara la venganza, y si dios se arrepiente nos pasamos del lado del diablo para que nos deje joder a aquel que nos ha jodido.

Tambien habra amigos, charlas estupidas de cosas estupidas, cerveza y futbol, carreras de autos y sexo sin amor. Estaran Silvia, Samanta, Karla, Marisol... siempre guiñando el ojo como si acaso me importara un carajo que se vean tan bien con minifalda... Estara el mundo gris y aburrido, el internet inmenso -pero aburrido-. Estara lo que soy, y lo que no quiero ser, haciendo eco uno con otro produciendo esto que no he deseado ser, pero que ha salido de no se que mal sueño.

Estara la poesia, la que me invento y la que copio... Bukowski, Sabines y tal vez algun otro despistado que eventualmente leo, no con mucho interes... poetas malditos y malditos poetas, estaran a mi lado aunque en la muerte me esperen. Estaran en mi vaso de alcohol y en las explicaciones ante el purgatorio.

Estara la vida, al fin, oprimiendo mi cuello y aprentando el gatillo, balas de cañones que siempre dispara el destino hacia mis testiculos. Estara la felicidad en ese cojin que uso para ver Los Simpson. Estara la muerte levantando su falda, esperando mi visita, coqueteando con mis venas.

Y cuando todo esto se haya esfumado, o en nada encuentre un motivo, me habre largado, ya no te buscare, ya no querre saber tu nombre. Entonces, habra que morir.