lunes, 1 de junio de 2020

Animus necandi

El amor y el dolor
van de la mano por el mundo,
comparten las victimas de hueso
que recolectan cada noche...

A veces estoy tan ocupado
oxigenando mi corazón marchito,
que olvido el aire contaminado
de los callejones.

En este plano del hemisferio norte,
anocheció en algún momento...
Yo estaba distraído,
ordenando
los pedazos de sueños
que quedaron esparcidos.


Hace un frío terrible allá afuera,
y me rió de mis lamentos,
compadeciendo a las viejas almas
que se acurrucan entre el cemento
y los ladrillos.

Las cerraduras del mundo están soldadas,
no caben los despojos
de la autocompasión humana.

Y sé, mientras suspiro, que quizá ella
sabe del calor que podría encontrar en mi cama.