miércoles, 3 de marzo de 2010

Epifania consecuente

No hay llanos impíos en el desierto
No hay moscas en el cadáver putrefacto del futuro
No hay arenas movedizas en la vergüenza
No hay correctores ortográficos del tiempo pretérito
No hay soldados con misiles enunciados en un verso
No hay besos en el deshielo.
No hay un verso que asesine esta hora
No hay un poeta que reivindique esta desgana
No hay un solsticio que perdone la tristeza
No hay un pictograma en mi pluma moribunda
No hay un salmo para todas mis blasfemias
No hay una oración que nos cure las penas.

No hay espacio para el despropósito
No hay una ruina que me sobreviva
No hay pretextos para la melancolía
No hay habitaciones suicidas seculares
No hay fugas que permitan el peso extra del insomnio
No hay pan de cada día, cada día el pan es el mismo.
No hay un abrazo para este payaso.

No hay palabras que curen del miedo
No hay bocas que intenten hacerlo
No hay esperanza en los patíbulos del tedio
No hay razones que tengan sentido
No hay especulaciones erróneas
No hay un verso que rectifique los hechos
No hay repetidos en mis círculos viciosos
No hay amor en las calles
No hay amor en mi ventana
No hay amor en la ciudad
No hay amor en las fugas
No hay amor en la paz
No hay amor en la cortesía
No hay amor en el silencio
No hay amor en esta poesía
No hay amor en el amor que profeso
No hay amor, no hay poesía.

No hay más allá de mis manos, una solución salina para retorcerme hasta el vacio.

2 comentarios:

Arya dijo...

No hay cansancio que pueda descansar (una personal ; )

Morbo dijo...

No hay escombros tras la ventana, solo en mis pestañas


digo, pa seguir