sábado, 6 de noviembre de 2004

Las cosas que yo quiero

Si me siento en la repisa mientras bostezas o pongo mis alas de mosca panteonera por tu cuello, si te miro a los ojos y desciendo por tu pecho; en realidad no pretendo juzgarte, cuestionarte, psicoanalizarte, explorarte, investigarte o simplificarte. Yo solo quiero nena, jugar contigo y tus ojos negros.

Si tomara yo este lápiz, o pusiera las manos sobre el teclado; en realidad no pretendo escribirte, recitarte, dibujarte, relatarte, comunicarte, crucificarte, negarte, responderte o confesarte. Yo sólo quiero cielo, provocarte.

Si te encontraras en una de mis páginas, si percibieras que tú conoces lo que yo he escrito o pareciera que hablo de lo mismo que tú ya piensas; en realidad yo no pretendo enseñarte, esclarecerte, elevarte, minimizarte, vapulearte, inmiscuirte ni alardearte, pelearte, asustarte, deprimirte, vaciarte, bloquearte, anularte, escandalizarte o hacerme publicidad a tus costillas. Yo solo quiero amor, que sepas que no te entiendo.

Si tu crees que podamos ser amigos o vecinos, cómplices o testigos; fantasías, quimeras, un mal viaje o aterrizaje de emergencia, tal vez el anexo faltante en otros tipos. Yo no seré quien te enseñe del amor, ni lavare tus heridas, no podrás contar conmigo cuando caigas, ni acaso veas en mi un camino a la esperanza. No cariño, yo no soy ese tipo.

Solo soy un insecto viajero que te podrás sacudir de un manotazo o la letra fugaz cómplice de tu sonrisa que tiraras por la ventana cuando te estorben las hojas. Sólo seré el escribano de tus reflejos y cuando me veas sangrar corre lejos, escóndete y no mires atrás, porque tengo poca arte.

1 comentario:

Anonymous dijo...

Acaso esta noche caliente la mordida de un ser inmortal me condene a vivir en la sensual oscuridad de la muerte eterna.