lunes, 12 de enero de 2009

a lousy place

Cuando me muevo por la ciudad, lo hago con lentitud, agazapandome entre los cuadros vivientes, preferentemente al crepúsculo. Antes que todos los gatos sean pardos. Mucho después de que el sol presuma su señorío. Cuando voy buscando algo, voy buscando un trozo de carne que llevarme a la boca, aunque me cuesten los ojos y la mitad del hígado. Cuando siento mi sangre circular por la cabeza, siento la mirada de mujeres que cruzan delante de mi, sé que el brillo en su mirada es sólo curiosidad. De cualquier forma nunca me acerco, no del todo, soy tímido y torpe con las palabras. Soy feo por fuera pero más horrible por dentro. Y a menudo no sé fingir demasiado, caso perdido en cuestión de galanterías.

Ella estaba en un callejón cuando la vi, sonriendole al cielo con su dedo medio erecto con orgullo, me mostró su hombro desnudo y dijo algo que no entendí, luego guiño un ojo y de la mano me llevo hacia aquel hotel desvencijado, extraviado en el tiempo. Puedo jurar que era el hotel más horrible del mundo, pero nunca juro en vano. Sus pasillos gigantes y marmóleos te podrían aplastar si los provocaras un poco, las puertas que crujen son solo fantasmas silentes. Por ahí hay gente, que pasa deprisa esperando olvidar el camino de retorno. El espectáculo entero es una obra siniestra orquestada por la muerte, es una senda al paredón, casi escucho la marcha de los soldados alistando sus fusiles. Si hubiese una salida, yo no la tomaría.

Nos escurrimos sin hacer ruido entre dos viejos que dormitaban mirando televisión. Entramos a ese cuarto y el aspecto no mejoro demasiado, ese era un lupanar verdaderamente solitario, la cama al fondo me hizo pensar en un lobo hambriento que abre sus fauces, las ventanas eran como los ojos de las prostitutas consumidas por la cocaína, si pudiera hablar -ese sitio- seguro diría: ¡fóllame!

¿Has sentido un aroma pesado entrando por tus poros como si un toro estuviera rumiando frente a tu cara? Así era el aire ahí, con olor a humedad (parecía el sitio propicio para cualquier desperdicio). Inundamos el ambiente con sudor, enmohecimos las paredes, enrarecimos las ventanas, ella uso las almohadas de bastión y en la guerra que se libra entre dos cuerpos, el placer fue el único vencedor.

Por fuera el mundo se fue a dormir temprano, se acomodo la pijama y saludando a la luna coscolina, comenzó a roncar hasta morirse de asfixia, se quedo solo y podrido de pronto. Adentro pintamos las paredes de sangre, de saliva. Yo dibuje un corazón en su vagina mientras me movía dentro, se baño con mi semen, me uso como un muñeco, como un pedazo de carne, como un juguete olvidado que de pronto encuentras bajo la cama y lo usas un rato, más por nostalgia que por otra cosa. No recuerdo que sucedió después, quizá el aire se volvió turbio, quizá sea mi mente apostándole a la vergüenza y nada más. Solo sentí su beso transparente y sus labios humedecidos. No me importo saber más de mí. Ni de nadie.
No mal interpretes, a mi nunca me faltó amor. Ese amor que dura un suspiro, ese amor verdadero que no necesita palabras, ese amor que te llena la verga de sangre y las venas de aire, ese amor que te sacas a empujones, que transpiras y que a la mañana siguiente olvidas. No iba buscando eso. Tampoco iba buscándola a ella. Ella fue quien me encontró, me secuestro, usurpo mi cuerpo e hizo de mis sentidos un contrasentido prescrito por la demencia.

Al amanecer ese monstruo conspicuo de belleza negra seguía allí, respirando fuerte, recostada boca abajo, con aquella sábana manchada cubriendo su cintura y un poco mas. La acaricie, le dije: "que bueno haberte encontrado"; y lo dije porque sabia que no me escuchaba. Con el dedo índice trace un camino de su nuca a sus glúteos, lamí su espalda una vez y otra mas. Cuando puse la mano izquierda entre sus muslos ella se movió y me miro fijo.

En verdad qué este es el hotel mas horrible del mundo, dijo.

-Si, pero ¿sabes? Ahora mismo no querría estar en ningún otro lugar- No, no lo sabes y mejor que no te enteres nunca, pensé.

En verdad lo es... Mañana viernes nos mudamos de planeta, conteste.

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