jueves, 29 de enero de 2009

Sin prestar atención

Tomo un trago de olvido
y tres notas que se repiten
me van formando un himno incólume
y desastrado

1,200 kilómetros rodando la cabeza
no son suficientes para dejar de ser
o ser al fin,
que la diferencia ya no la distingo

Me detengo borracho en algún bar
de esos a la orilla del abismo
y una morena de turgentes curvas
se ríe conmigo... o de mi,
esa es otra diferencia
a la que ya no le presto atención,
pero no recuerdo su nombre

Los demonios bajan por la luna
y se precipitan hacia ti
te arrojan su aliento al rostro
y encajan sus fauces en tu carne insomne
a tiras se apoderan de la sangre
y con tus tripas se hacen una cuerda
para su guitarra desentonada

Yo me precipito al silencio
y guardo luto por los últimos sueños que perdí
despierto a mediodía en una habitación de hotel
mas solo que abandonado
con el agua que gotea encima de mi
me conformo, o me evaporo
-diferencias imperceptibles al fin-

Aurora, creo que dijo que se llamaba aurora.





"Y si viviera una vez más,
¿me volvería a equivocar otra vez?
Sí, no te quepa duda, no,
hasta la locura
y hasta el dolor."

2 comentarios:

Anonymous dijo...

Nombres, hechos, engaños, que importa bajo que sortilegio recuerde las ultimas letras que formaron la palabra. ¿aunque todo este perdido la misma melodia sonara en su carcomido cerebro?.

Y la sentencia tozuda del cuervo de poe "no ha de alzarce nunca mas...".

S.S. dijo...

Es lo que digo, buscar las diferencias, ya no es importante