viernes, 24 de diciembre de 2010

i don't need no love, i need pills... or a shotgun

Estaba pensando en zombis, lo admito y no me avergüenza. Fríos dientes podridos hundiéndose en las fantasías mas retorcidas de escritores limitados cuando tropecé con la pluma moribunda de los enamorados. Y aunque resultase fácil la analogía pretendo evitarla. No soy un pensador facilongo. No señor apache, me gustan las flechas que siguen trayectoria curva.

Retorcerme las neuronas por la mera esperanza de un día encontrarlas enderezadas. O aderezadas entrelazadas. Quizá cercenadas, ya estando corto de paralelismos.

Los miro, oh dios los miro, convulsionándose entre las sabanas de su amor civilizado y salvaje, impregnando el mundo con los torrentes de pasión y deseo, de fe y certeza enrolladas como serpientes. Acercando los imposibles al limite del presente. Ya digo, como maniacos obsesos de la heroína. Y ya no entiendo que es lo que se ama, si a la persona, al hueco largamente acariciado en el lado oscuro de la alcoba por fin ocupado, o tal vez a todo aquello que se ha perdido entre un beso y una palabra.

El amor es una descompensación de traumas. Tenlo presente la próxima vez que te suicides. Pero el tiempo justiciero, ese tirano psicópata. Suele lanzar de bruces los deseos mas inocentes, les humilla, les ahoga, les entierra. Y vienen entonces las palabras del corazón en desahucio, acompañadas por una nobleza de espíritu, solo capaz en el corazón de los que logran amar con todas sus células. Porque entonces, aprecian la desdicha con la misma intensidad que alguna vez abrazaron la cursilería. Y se crucifican a si mismos, tratando de no herirse las pestañas. Resumiendo en palabras coherentes: parece que el amor redobla su intensidad cuando se encuentra ausente. Que hijo de puta.

El asesino más despiadado es el que te mantiene vivo. Y justamente las sensaciones intensas es lo que tienen en pie (aunque tambaleante) el centro equilibrista de la humanidad. Si no fuese por el dolor todo se desmoronaría. Es lo que te mantiene alerta aunque tengas los ojos destrozados por la humedad.

Los miro, los leo, y ya no se que es lo que aman. Si el corazón pulsando exacerbado, el corriente sanguíneo acelerado, el cerebro embotado por la droga que se auto impone. El primitivo sentido de expulsar ese elemento disidente que altera la psique. O tal vez, lo que miran en los ojos de aquel ser que aman. No lo tengo claro, aunque no tengo claras muchas cosas. Menos del amor del que no se nada, no se mucho de muchas cosas tampoco. Habría que salir a investigar, pero los zombis asediando mi puerta no me dejan ganas investigadoras.

Necesito una escopeta le digo al doctor. Pero el doctor dice que lo que necesito son pastillas. A ver cuando viene y se las ofrece con un vaso de agua el muy imbécil.

1 comentario:

Arya dijo...

Solo dire esto BRAVO!! Tremendo ensayo el tuyo joer!

Cierto eso del amor es de comerse los cerebros.. De algo hay que morir dicen.

te dejo esto:
QUIZÁS

La inminencia de la belleza o su ímpetu
tal vez la sorpresa con que nos alcanza
acaso la contemplación en que nos sume
el vacío prolongado que funda,
su destello y la ceguera posterior
su rumor
y el presentimiento con que nos carcome
quizás también el sigilo y el zarpazo
pero ante todo,
es su invitación hacia la muerte
lo que nos embriaga del amor.