viernes, 10 de diciembre de 2010

Caracoles

Despierto a las 3:34, y recuerdo cuando esa era la señal para ponerme a escribir. Invocar a las brujas y dejar que bailaran en mis retinas y mis sudores. Pero ahora ya no pienso en brujas, pienso en putas. Tengo los sueños cargados de una sustancia viscosa que solo atino a describir como urgencia. La urgencia de hacer algo con mis manos, por lo menos acariciar una bruja o asesinar a una puta. Pero en este paramo oscuro no hay putas, ni brujas ya estando en ello. Solo quedan las sabanas húmedas y un recuerdo de madrugadas largas con olor a madera y tabaco, alguna sonrisa, quizá una voz. Hoy sólo queda aserrín y cenizas.

¿Fue un sueño o me lo he inventado? A veces despertar es tan surrealista como construirse un sueño psicotrópico. Dormir es el arte de escapar, a un lugar donde cada cosa es puesta en su sitio correspondiente. Y la locura se parece tanto.

Así que sueño con caracoles, los adivino en las sombras, otorgándole figuras esquizoides de ojos saltones y labios rojos, corazas de cuero y zapatillas de punta en sus patitas babosas…. Corto y sigo, ya digo, caracoles. Resbalando siempre a la cima del destino. ¿Cómo resbalas a una cima? Entregándote al destino, dejando que los hilos de dios te muevan. Caracoles, estoy enloqueciendo.

A estas madrugadas les he robado la poesía, incluso la verborrea. Ahora esta llena de ojos. Una madrugada infestada de miradas asesinas, de pupilas destiladas. De silencios vergonzosos. Y claro, de saliva en las almohadas. Tengo la noche tatuada de ojos.

Están los ojos del payaso en el reflejo que ya no me divierte; de los duendes que nunca cruzan el puente pues le temen al brillo del abismo. Los ojos de fantasmas bienvenidos, en el archipiélago de musas; los ojos del destino, de la fatalidad, del desvarío; los ojos inquisidores, insidiosos, insensatos e insensibles; los facinerosos fantásticos funambulescos; los que se despiden del mañana y el pasado; también llegaron, como no, los ojos del desatino; ojos sin poesía, miradas asesinas sin tiempo ni verbo. Los ojos del adverbio moribundo. Los ojos del abuso del adjetivo. Son gratis, quien me los va a cobrar.

Resumiendo, y con la conciencia clara de que pude haber empezado por ahí antes de vomitar tantas incoherencias. Estas madrugadas, ya sólo son señal de urgencia. Y caracoles, que resbalan, resbalan, resbalan.

2 comentarios:

TruHan dijo...

Has intentado sublimar el sexo con la lectura?... yo lo hice y termine imaginando putas con sotanas.

puede que sea esquizofrenia o solo sindrome de abstinencia... en fin, ambas se curan con vodka.

compañero, va un abrazo (ebrio).

S.S. dijo...

el vodka va con todo... la vida deberia venir con una etiqueta que dijera "mezclese con vodka"

abrazo de regreso...

lo eebrio, es que tu estas ebrio, o me estas llamando ebrio? jeje :)