martes, 28 de octubre de 2008

Plaza de armas en Saint Hell

Cuando llegue ahi, luego de haber muerto, un grupo de personas (al menos lo parecian) huían despavoridos por las callejuelas oscuras que rodeaban el lugar. Algo les habia asustado el alma y ponian pies en polvorosa.

Tome a uno del brazo y le pregunte -hey tio, que pasa?- lo han tomado, llegaron y lo tomaron, tenemos que huir, corre, corre por tu sacrosanta degeneracion mi hermano, corre!!! Como casi siempre ocurre conmigo, no hice caso a las indicaciones y me dirigi hacia donde esas personas no querian ni ver.

La vision era espeluznante, un pequeño ejercito de 200 o 300 curas tenian copado el palacio imperial de Satan, apostados sobre sus rodillas se golpeaban el pecho con un brazo mientras el otro sostenia su rosario.

Arriba, en su balcon, Satan se retorcia de ira, sacando humo rojo de aquellos cuernos que le abrian la carne y resbalaba sangre sobre su rostro.

"Ave maria purisima, sin pecado concebido"

A coro y sin pausas aquellos curas parecian herir las carnes del viejo demonio, y tambien, de forma simultanea el palacio comenzaba a despedazarse, caían piedras pesadas sobre el asfalto aplastando de vez en vez a algunos euforicos personajes que de quién sabe donde salian corriendo. Creo que eran curiosos, que al igual que yo, se habian acercado a ese ruidoso espectaculo, pero al ver su pesadilla hecha realidad huian despavoridos, como quien escapa cuando sabe que no tiene mas un lugar a donde llegar.

Yo era como ellos, tenia esa pequeña herida en el pecho que me decia que no habia un jodido lugar mas a donde ir. Los remilgosos enviados del cielo se las apañaron para otra vez joder mi fin de semana, no entiendo como llegaron, segui cuidadosamente las instrucciones: robe, golpee, difame, menti, traicione, heri, fornique, blasfemee. ¿Dónde putas me equivoque? ¿Acaso habia un camino mas facil por el cuál se colaron estos rebeldes curas?

Cuando vi los ojos de Satan desprenderse de sus cuencas, supe que habia perdido la guerra, el cielo por fin logro destruirlo y no me habian dejado ni un jodido dia para disfrutar de este infierno. Asi que encojido de hombros di media vuelta buscando otro sitio para descansar eternamente, finalmente habia tomado el valor para cortarme las venas y ahora no podia quedarme en ese soñado lugar.

¡Saint Hell, ha caído!, anunciaban los diarios al dia siguiente. tantas horas de perdicion desperdiciadas, excesos y vicios hechados por la borda, alucinaciones y viajes etereos, nada quedaba ya de aquella plaza de armas, solo una bandera blanca con una cruz dorada al centro, que anunciaba, la nueva conquista de dios... un lupanar menos en el que embriagarme -pense- y camine por el desierto mientras hurras y bolas de fuego golpeaban el centro mismo de la antigua morada satanica.

15 horas y quien sabe cuantos kilometros mas adelante, encontre una cantina perdida y maltrecha que colgaba un letrero en su puerta: prohibido el paso a curas, uniformados y niños... como siempre, la revolucion no habia llegado para los pobres.

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