El Templo del Morbo

"...Vinieron curiosos hasta de la Martinica. Vino una feria ambulante con un acrobata volador, que pasó zumbando varias veces por encima de la muchedumbre, pero nadie le hizo caso porque sus alas no eran de ángel sino de murciélago sideral. Vinieron en busca de salud los enfermos mas desdichados del Caribe: una pobre mujer que desde niña estaba contando los latidos de su corazón y ya no le alcanzaban los números, un jamaicano que no podía dormir porque lo atormentaba el ruido de las estrellas, un sonámbulo que se levantaba de noche a deshacer dormido las cosas que había hecho despierto, y muchos otros de menor gravedad."

Escribo por matar las tardes, por asestarle un golpe final a la tristeza, para jugar por las noches con la vida y meterle mano a otros mundos, para asegurarme un sitio en el infierno, es posible que si maldigo las veces suficientes a Dios me guarde un lugarcito lejos del cielo. Lleno paginas bulimicas con versos, aplasto las llemas de mis dedos bajo un teclado, y no son pocas las veces que la he cagado magistralmente diciendo cosas que no deberia decir, donde no deberia decir, o cuando no deberia decir.

La primera vez que cogi un lapiz estaba aburrido, la ultima vez fue borracho, el primer poema que escribi era una mierda y ya no recuerdo que decia, el ultimo tambien e igual fue olvidado. Acaso rescato de la memoria perpetua del internet o de mis libretillas algun par de lineas y las hago ajustar con el presente. Deje de soñar porque de alguna manera me parecio mas correcto escribirle a la realidad. A veces desearia que algunas de las cosas que escribo fueran simple fantasia, sopena de no encontrarme entre lineas o de falsificar la firma de una carta remilgosa.

No tengo para ofrecer mas que letras, torpemente acomodadas, anemicas de besos, limosneras de atencion, carentes de valor probatorio en los juicios que la luna me impone. Alguna vez, hace no muchas semanas, deseaba encontrar un hueco en el laboratorio editorial del universo literario, hace un par de dias tome cuenta de no poder encajar en ninguno de estos universos, y ya solo escribo buscando acariciar la frente de ella, de torcer la mente de aquellos, de engañar a los otros, de perturbar al inframundo, de mirar algo hecho con mis manos y no tener ganas de torcerle el cuello. He de confesar que fracaso en casi todos estos intentos.

Mas que importa, al que no le cuadre que chingue a... ya digo, que seguire escribiendo lo que me ocurra y se me ocurra. Al fin y al cabo, a quien le puede molestar otro cajon en la parte de una parte que fue parte de la inmensidad.

Por cierto, aqui no le rezamos a nadie, ni plantamos oraciones al cielo ni al suelo.