miércoles, 21 de septiembre de 2005

dejad que los sabios se acerquen a mi

Que si el mal de amores se cura con vino. Que si las penas se tragan con pan. Que si un clavo atorado en la herida se saca atorando otro clavo. Todo eso dicen los que nunca han tenido mal de amores, los que no se tragan las penas, los que no llevan clavos amacizados a las heridas... Los que van por el mundo con su tranquilidad a cuestas, y no respiran el aire de las heridas... en cambio se animan a llamar cicatrices a esas pequeñas ronchas que les brotan en la piel. ¿Acaso sabrian estos iluminados como se cura una locura arraigada a las fibras mas sensibles del cerebro, como diablos se traga un fracaso plenamente anticipado y perpetuamente saboreado. Como es que se quitan los deseos febriles de arrancarle la ropa y medir los besos que caben en su piel o de a veces, solo sentarme junto a ella y beber un cafe mientras veo su semblante eternamente reflexivo y sus ojos viajando al infinito?

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